miércoles, 25 de agosto de 2010

:: CERTEZA ::

"Volviendo de tus pasos te das cuenta. Buenos Aires. Una mujer gorda de vestido azul cruza una avenida corriendo porque el semáforo la traicionó. Los cajones de la verdulería se apilan solos -nadie lo hace- en la vereda y persisten aún, sí, abajo de la lluvia, mojándose para hacerle más difícil la tarea a los inexpertos o quizás vagos hacedores de asados. En algún vagón de algún tren hay niños que piden una moneda el mismo día -el día del niño, el día de los derechos del niño- que otros niños sienten el hastío de un nuevo celular que incluye todo, excepto el amor, y también hay gente que les dice “gracias” a los niños del tren para negarse a tomar entre las manos una estampilla, les dice “gracias” para negarles la moneda y la ayuda y la mirada y el contacto-por-si-las-dudas/gripe A. Un señor de traje vuelve a su casa después de haber sido despedido y pisoteado en el trabajo, y se da cuenta de que su vida no tiene sentido. Suena de lejos una música, como si viniera de un sótano o de un piso muy alto, y queda resonando en los oídos. Pero sigue estando lejos, es imposible agarrarla. Un tarro de pintura cae rodando aplastado por la desesperanza, y su caída ni siquiera mancha el dedo gordo peludo del artista plástico devenido taxista que duerme boca abajo sobre un colchón de un departamento. Hace frío, Buenos Aires. Un viejo se muere de tuberculosis, de angustia y de hambre, y antes de morir sueña que no son los dioses los que pueden salvarlo, sino hombres que le lleven comida y un abrazo, y que recién después de eso quizás puedan hacer algo los dioses. Una chica se mira al espejo compungida y no puede ver que debajo de la piel porosa hay diez mil libros, y que entre el dedo índice y el pulgar tiene por lo menos una obra literaria que algún día leerán los ojos del mundo. Aquélla música empieza a retumbar cada vez más fuerte y se acerca. Cientos de estudiantes le arrebatan segundos al sueño sobre apuntes, en clases, y mientras tanto por detrás de la academia el murmullo crece, la voz va tomando cuerpo, se hace brocha, corchea, yeso, es ese no sé qué que ya no queda balbuciendo y se condensa. Sale el sol en una madrugada de domingo, Buenos Aires. Dos amigos se abrazan después de llorar, y hay una certeza que da vueltas a su alrededor, algo empañada por las lágrimas de un dolor que ninguno entiende demasiado. Siete vidas se juntan en un bar a tomar una cerveza. Todas saben que hay algo más allá de ellas que las une, que no pueden controlar porque no les pertenece, pero que tienen que encargarse de que siga su curso. Todas sienten que algo pasa, se estremecen, sonríen, los ojos nerviosos ante lo inevitable de las grandes cosas, y brindan con la felicidad de estar -al fin- haciendo lo que nunca hicieron (lo que de alguna manera siempre hicieron): lo más verdadero que pueden hacer.
Por debajo del asfalto nace, trepidante, y se levanta: la esperanza, la certeza, la poesía, la alegría, la igualdad. Y se escucha el latido de un grito nuevo, multívoco, real y avasallante: ¡Pinta tu Aldea y serás universal!"

[GT]

lunes, 9 de agosto de 2010

:: DESATANDO ::


Caos. Y después, silencio. El suelo rebalsa de lágrimas. Dolores. La mugre quiere esfumarse. Alguien grita desaforadamente, necesita hacerse escuchar. Desatar nudos. Camina lento. Y de repente cae al vacío. La inestabilidad la sostiene. Vuela. Entonces, la serenidad se apodera de ella y le enseña a ver el arcoiris luego de la tormenta. La tranquilidad se trduce en ganas. Intenta desatar los nudos que enlazan dolores. Los de alambre de púa están oxidados. Le cuesta mirarlos. Varios son de cuerda de esparto. Hace un tiempo se hicieron más fuertes. Todavía puede fijarse en ellos y reconocerlos. De a poco los toca. Recuerda el vendaval. Ansía encontrar respuestas. Se refleja en recuerdos que la invitan a seguir caminando. El tiempo hizo inexorable a los nudos de dolor. Aún intenta desatarlos. Detiene su mirada en la desilusión por haber perdido algunos sueños. Sigue intentando. Comienzan, de a poco, a aflojarse las ataduras. Le cuesta pero persiste. Crece.

martes, 22 de junio de 2010

[...]

Podrías descansar sobre los grandes interrgoantes que te ocupan, el resto de tu vida.
Mientras tanto, el mundo seguirá girando.

domingo, 2 de mayo de 2010

::GUERRILLA SANADORA::

Ejército de curadores que busca igualdad.
Noble vocación la que caminan.
Encabezan la marcha hacia la utopía,
y avanzan un paso más, cada vez que sale el sol.

Hijos de la solidaridad y hermanos del mundo.
Militantes de la libertad.
Sembradores de esperanza.

Conjunto de sueños eternos.
Invade sus cuerpos las ganas de dar.
Brigada de altruistas que no espera,
porque sabe buscar y encuentra.

Las ansias de salvar al mundo los completa.
Admirable labor la que realizan.
Aquella que vale lo incalculable para el resto de la humanidad.

Restauradores de ánimos.
Generadores de bienestar.
Amantes de la vida.

[Gracias.infinitas]

miércoles, 28 de abril de 2010

:: CUBA ::


Minúscula porción de tierra.
Aire caribeño con sabor a revolución.
Mares de libertad.
Veranos de resistencia.
Allí los sueños se hacen realidad.

martes, 27 de abril de 2010

::SOFÍA::


Indescriptible es la mujer a la que cualquier adjetivo le queda chico.
Aquella que ama incondicionalmente.
La que sin querer te cambia la vida y sin avisarte se convierte en tu eterna compañera.
Esa que siente tu dolor como propio y tu felicidad como suya.

Tres palabras me bastaron para hablar de ella una vez:
la sonrisa perfecta.
Ese gesto que encierra fuerza y ganas.
La simple mueca que sana dolores y provoca alegrías.

Dicen que es sabiduría.
Yo creo que es impulso y sentimiento.
Amor y odio.
Todo a la vez.


[Gracias.por.ser]

sábado, 3 de abril de 2010

::ALE::


A veces la vida nos roba un pedazo de alma.
Nos golpea y nos destroza.
Jamás nos hizo falta una ausencia para comenzar a valorar al de al lado.
Y aún así, se nos vino el mundo abajo.
Nos dejaste sin quererlo. Te echaron sin pedirlo.
Nos duele.

Los ritmos de tu batería son silencios.
Las risas ya no existen.
Los abrazos harán falta.
Y los sueños se esfumaron con tu cuerpo.
Un estallido. Un golpe fuerte. Un vidrio roto.
Y nada más.

Ahora, somos el mar de lágrimas que jamás deseamos ser y odiamos al puto destino en el que nunca quisimos creer.

[Para.siempre.en.todas.partes]