lunes, 9 de agosto de 2010

:: DESATANDO ::


Caos. Y después, silencio. El suelo rebalsa de lágrimas. Dolores. La mugre quiere esfumarse. Alguien grita desaforadamente, necesita hacerse escuchar. Desatar nudos. Camina lento. Y de repente cae al vacío. La inestabilidad la sostiene. Vuela. Entonces, la serenidad se apodera de ella y le enseña a ver el arcoiris luego de la tormenta. La tranquilidad se trduce en ganas. Intenta desatar los nudos que enlazan dolores. Los de alambre de púa están oxidados. Le cuesta mirarlos. Varios son de cuerda de esparto. Hace un tiempo se hicieron más fuertes. Todavía puede fijarse en ellos y reconocerlos. De a poco los toca. Recuerda el vendaval. Ansía encontrar respuestas. Se refleja en recuerdos que la invitan a seguir caminando. El tiempo hizo inexorable a los nudos de dolor. Aún intenta desatarlos. Detiene su mirada en la desilusión por haber perdido algunos sueños. Sigue intentando. Comienzan, de a poco, a aflojarse las ataduras. Le cuesta pero persiste. Crece.

2 comentarios:

Ailín dijo...

Los nudos no dejan fluir. Y sé que vos querés fluir, bien rápido, bien libre. Desatá, aunque duela el óxido. Hacé fuerza para liberar de nuevo el sendero... Los sueños no se pierden; se reformulan.

besos

Mariana dijo...

Siempre tan bella, morena. ¡Gracias por la fuerza!