jueves, 21 de enero de 2010

::EXCELSA::



Luego de tres gratificantes horas de escuchar a esa mujer ejemplar sólo pudo agradecerle. No supo cómo decirle todo lo que sentía. Bajó las escaleras como queriendo llegar rápido a su casa. Sintió aquélla frustración de la que tanto habían hablado. Lloró. De emoción y de tristeza.
Se descalzó, luego de cruzar la puerta de su habitación, y recordó: “Amor, esperanza y ganas de dar”. Eso había escrito en aquel rectángulo blanco y anónimo que la virtuosa mujer le había ofrecido. Con eso vive y por eso sueña.
Recordó la charla. Pensó en la mujer. Notó que la admiraba y la respetaba infinitamente, aunque no había podido más que agradecerle. Tomó una hoja en blanco y escribió:

“Vive con una energía sobrehumana y ama de un modo mágico. Convida alegría en cada palabra que menciona y siembra fortaleza en cada paso que da. Sana con sus palabras y da vida con sus mimos. Dibuja sonrisas constantemente. Si habla de los sueños te los hace sentir realizados. Emana amor y derrocha esperanza. Porque sabe que ambos son sentimientos renovables. Eternos.”

Apoyó la lapicera en el escritorio, dobló el papel a la mitad y comprendió que jamás podría describir a aquella increíble mujer que admiraba. Entonces, sonrió.
Luego de unos minutos, abrió la hoja que acaba de cerrar, tomó la birome nuevamente y escribió a continuación de lo anterior:

“La declaro inexplicable pero excelsa.”